En segundo curso de carrera, estudiando Marketing y Dirección de Empresas, tuve la asignatura de Publicidad durante un cuatrimestre. No tuve la impresión de sacar una idea clara de qué era la publicidad y, mucho menos, creer que todos los impactos diarios que recibía tuvieran algún efecto en mi comportamiento.
Estudiando Marketing puro, describían la publicidad como un factor diferencial en cualquier estrategia de marca o empresa, estando dentro de las famosas 4 P´s del Marketing (Publicidad, Promoción, Precio y Distribución).
Seguía pensando que se me escapaba algo…, la publicidad no era efectiva conmigo.
Justo después de la carrera, comencé unas prácticas en un grupo de comunicación importante, donde la publicidad era la principal fuente de ingresos y donde, desde el departamento de Marketing, tenía que trabajar en argumentarios comerciales para que el departamento de ventas pudiera vender más… publicidad. Qué vueltas da la vida, pensaba.
Del departamento de Marketing salté al departamento Digital, por el 2005, donde todavía la prensa tradicional mantenía una diferencia importante en términos de audiencia, pese a que un nuevo fenómeno llegaba con fuerza: la era digital. En este departamento tenía como misión atraer anunciantes o clientes que quisieran publicitarse en uno de los portales pioneros de la era web en España de perfil joven.
Por aquel entonces, las campañas web eran más simples, en términos de medición, de lo que son ahora, pero irrumpía un elemento diferenciador que era el click, y que permitía tener un dato más representativo de la eficacia publicitaria. Si un usuario que navegaba por la red hacía click en un banner, uno de los formatos gráficos en el medio online, era porque a priori había mostrado interés en ese anuncio, y ese volumen de clicks permitía ofrecer un ratio sobre ese interés.
Me dio entonces por preguntar a mi círculo de amigos si alguna vez habían hecho click en algún banner y la respuesta solía ser siempre negativa; tampoco les afectaba la publicidad. Mi agnosticismo publicitario seguía siendo real, aun teniendo datos que demostraban que la gente sí que hacía click.
Pese a todas estas dudas, comencé a trabajar en una empresa digital con un portfolio de clientes potente. En una ocasión, al salir de una reunión con una agencia de viajes para venderles publicidad, con mucho pesar y casi pidiendo perdón, le comenté a mi director que realmente no sabía qué era la publicidad. Sin cambiar su expresión, me dijo muy sereno que:
la publicidad era que me comprara unas Adidas en vez de unas Nike. x
Así de simple. En ese momento, entendí qué era la publicidad. Unas solas palabras para comprender todo aquello que tan difícil me parecía de creer ya que, efectivamente, si echamos un vistazo a nuestro alrededor, constantemente, cada día, estamos decidiendo si comprarnos unas Adidas en vez de unas Nike.
Emilio Santos, un profesor en DBA.